La música cristiana está pasando en la actualidad por un complejo proceso de diversificación, influida, sin duda, por la tan manoseada globalización y los
modernos y rápidos sistemas de comunicación actuales, que permiten al individuo, quiérase o no, acceder de un punto a otro del planeta a toda clase de
variedad musical.
Dicha realidad sumerje al cristiano oyente en una vorágine tal en la que todo parece aceptable y lícito. El coro gregoriano convive junto al rock, y el coral
protestante va de la mano con el rap, la salsa y una serie de ritmos que se asocian sin más al mundo cristiano evangélico.
Ante la disyuntiva de caminos tan divergentes, se hace inevitable la pregunta : ¿son válidos todos los estilos musicales cristianos?.
Si bien el propósito de este tema no es desarrollar un lato y extenso estudio de la música cristiana actual, es importante dejar sentado ciertos
lineamientos generales que permitan determinar cuándo un estilo musical se ajusta al "cántico nuevo" que Dios ha dado a los redimidos.
En primer lugar, cuando Dios, a través de su Espíritu, ha alcanzado al hombre transformándolo en una nueva criatura, éste discierne las cosas a través
del espíritu y vive según él y no según la carne. Ello significa dejar de lado aquellas cosas que satisfacen la carne para ir en pos de las que edifican el
espíritu. En el caso de la música resulta evidente, hasta para el más ignorante, que hay, por ejemplo, diversos estilos musicales cuyo primer objetivo es el
baile. Y muchos de ellos con insinuaciones claramente sensuales. De modo que se hace inpensable compatibilizar un mensaje cristiano que lleve por
sustento un ritmo bailable.
Por otro lado, hay estilos musicales que han sido concebidos bajo el concepto del amor romántico y pasional. De manera que dichas canciones llevan
mélodica y armónicamente a la emocionalidad y a la manifestación de sentimientos asociados al amor y la pasión. Este es uno de los más grandes
tropezaderos de la música cristiana actual, ya que es muy fácil, para aquel que no ha experimentado la vida del espíritu o que se ha alejado de ella,
confundir una emoción provocada por una canción con la acción genuina del Espíritu Santo.
Hay estilos musicales que han nacido claramente como un medio de protesta y repudio ante el sistema establecido, ante la ley, la sociedad y la religión.
Dios nos llama a someternos y obedecer a las autoridades, porque las que hay por él han sido establecidas. El único medio para lograr un cambio en el
hombre, y por ende en la sociedad, es nuestro Salvador Jesucristo, quien por su obra redentora reconcilia al hombre con Dios y le da una esperanza
gloriosa de vida eterna.
Uno de los argumentos actuales que se esgrimen para recurrir a estos diversos estilos musicales es que se le debe quitar la música al diablo para alabar a
Dios. La pregunta es ¿porque debemos recurrir a invenciones diabólicas si Dios nos ha dado "armas poderosas para la destrucción de fortalezas"?
Debemos tener muy claro que, en primer lugar, la música que verdaderamente alaba a Dios es aquella que surje producto de un acto profundo y sincero
de adoración a Dios. Aquella cuyo texto nunca se aparta de la adoración y exaltación de Dios y su obra redentora; nos enseña verdades bíblicas y nos
instruye en el camino del evangelio. Es aquella cuyo centro es siempre Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, no nuestros problemas, debilidades o
frustraciones. No lo que "yo quiero hacer", sino lo que "él quiere hacer en mí". Es decir, la música que verdaderamente alaba a Dios es aquella que
comienza y termina por adorarle a Él.
Además, es aquella que reviste la solemnidad y majestuosidad de estar ante la presencia del Ser Supremo, creador del universo. En aquel momento
íntimo y precioso en que nuestro espíritu se regocija ante la presencia de este Dios Todopoderoso que ha transformado nuestras vidas. Melódica, rítmica y
armónicamente, debe ser una música que "eleve" nuestro espíritu ante la presencia misma de Dios, y poder allí ofrecer nuestro ser entero como ofrenda
viva, consagrada y agradable a Él.
La música sacra fue durante siglos la única y verdadera música de alabanza a Dios, usada por el pueblo de Israel, por nuestro propio Señor Jesucristo, por
la iglesia primitiva, por los grandes hombres de la fe. Si Dios es el mismo ayer, hoy y por lo siglos, ¿por qué ha de cambiar la música que usamos para
adorarle?
HORACIO CONTRERAS
Director Coro IEP de Viña del Mar
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